Maca ha entrado al vestuario. Al coger la ropa ve que hay algo en el armario y lo saca. Es un reloj de arena vacío. Al momento sabe quien lo ha puesto allí, sonríe, deja el reloj en su sitio y coge una cajita que hay junto a él.
La abre y vuelve a sonreír. En su interior está la arena que le falta al reloj junto a una nota. La saca y comienza a leerla como si estuviera escuchando a Esther.
Esther: "Desde que te conocí sentí que se me detenía el tiempo, que construíamos un lugar en el mundo sólo nuestro y en el que no servían ni los calendarios ni los relojes ni... Sé que te he fallado y que lo que va a venir no será fácil, pero no puedo dejar de decirte que te amo y que te espero, todo el tiempo, todo el del mundo, todo el que sea necesario".
Levanta la vista del escrito. Sale apresurada y busca por todas partes sin encontrar lo que va buscando. Llega hasta la recepción.
Maca: ¡Teresa! . ¿Y Esther?.
Teresa: Se ha ido ya, ¿por qué?.
Maca: ¡Por nada! -decepcionada, se queda mirando hacia la puerta de salida-.
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